«Se sintió impune», explica una fuente cercana al político madrileño, un «seductor» que fue tomando una actitud «apartada» y «huidiza» mientras llegaba al límite de la «contradicción entre persona y personaje». Siempre esquivo a la hora de tratar cualquier tema personal, había informado a sus compañeros de formación que recibía tratamientos para «distintas adicciones», entre ellas al sexo. Pero ninguno «llegó a funcionar» Leer
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