«Se sintió impune», explica una fuente cercana al político madrileño, un «seductor» que fue tomando una actitud «apartada» y «huidiza» mientras llegaba al límite de la «contradicción entre persona y personaje». Siempre esquivo a la hora de tratar cualquier tema personal, había informado a sus compañeros de formación que recibía tratamientos para «distintas adicciones», entre ellas al sexo. Pero ninguno «llegó a funcionar» Leer
Artículos Relacionados
Los diputados del PP piden a Tellado cambiar el sistema de trabajo tras el error de los etarras: «Esto es peor que lo de Casero»
Crece el malestar en las filas ‘populares’, que piden reforzar la dirección del Grupo Parlamentario Leer
La trampa del anonimato en las redes: «Es más fácil corregir los problemas actuales y el odio en internet que abordar los peligros de identificar a todo el mundo»
La avalancha de racismo y desinformación que se produjo tras el crimen de Mocejón reabre el debate sobre la identidad en internet. Los expertos reflexionan sobre cómo compatibilizar la libertad de expresión y el control de los discursos de odio Leer
El psicólogo punk se rebela ante el neoestoicismo: «Vivimos en una sociedad donde quien produce y no se queja es una persona interesante para el sistema»
Victor Amat defiende en Antimeditaciones: lo que Marco Aurelio nunca te contó sobre el arte de vivir (Ed. Vergara) que las enseñanzas basadas en los clásicos banalizadas para tipos duros en redes «es la misma patraña que el wonderfulismo pero con olor a sudor» Leer